lunes, 26 de abril de 2010

Un alto en el camino

A veces es preciso detenerse. Cuando el camino se hace demasiado duro. Cuando la ilusión por el destino se convierte en obsesión. Cuando uno ya no es capaz de disfrutar del trayecto.
Es preciso detenerse. Consultar de nuevo los mapas, recordar por qué comenzó a recorrer ese sendero. Cerrar los ojos y aspirar el aroma de las flores que bordean el camino. Curar las heridas de nuestros pies. Descansar.
Sólo entonces uno puede emprender de nuevo la marcha. Con más calma, con menos prisa por llegar.
Porque si no, cabe la posibilidad de que uno termine tan cansado, que la piedra más pequeña le haga tropezar y caer.

Ya he descansado. Ya me siento de nuevo con fuerzas. Pero esta vez, haré el camino paso a paso, despacio. No hay prisa, al menos, no por mi parte.